Sello Ecológico

Desde sus orígenes, el colegio ha llevado en su ADN el respeto por la naturaleza. La propia Lidia González Barriga, mujer de tierra y de comunidad, enseñó que educar es también aprender a cuidar el mundo que nos rodea. Así, el sello ecológico se fue entrelazando con la historia del colegio, convirtiéndose en un pilar tan esencial como el aprendizaje mismo.

Al principio, fueron pequeños gestos: talleres de huerta escolar, actividades de reciclaje, campañas de limpieza. Pero con el tiempo, estos gestos se transformaron en proyectos que involucran a toda la comunidad: compostaje, reutilización de residuos, ahorro energético, cuidado del agua, y, sobre todo, la conciencia de que cada acción, por pequeña que sea, deja huella.

Hoy, el sello ecológico es un orgullo y una carta de presentación del colegio. No solo se enseña, sino que se vive: en los patios, en las salas, en los talleres y en las familias. Nuestros estudiantes no solo conocen los problemas ambientales, sino que se levantan cada día como agentes de cambio, dispuestos a construir un mundo mejor.

Porque aquí creemos que la educación ambiental no es una asignatura, sino una forma de estar en el mundo. Así honramos el legado de nuestra fundadora y proyectamos hacia el futuro la fuerza de su sueño.